Nuestro cerebro tiene la tarea de recoger, procesar y responder a los estímulos. Los receptores de los sentidos toman ciertos estímulos (luz, presión, sonidos, temperatura, …) y los envían como señales codificadas por medios electroquímicos al sistema nervioso central, cuyo punto de conmutación más importante es el cerebro. Allí, las señales recibidas se procesan según patrones específicos y, si es necesario, se reenvían. Los estímulos se cifran en el cerebro y se almacenan paso a paso. El bloque de construcción básico del cerebro es la célula nerviosa, la neurona. Una célula nerviosa típica se puede dividir en tres estructuras principales – dendrita, cuerpo celular (soma) y axón – que se pueden asignar aproximadamente a las tareas de entrada, procesamiento y salida. Los puntos de contacto de la fibra nerviosa se llaman sinapsis y surgen a través del aprendizaje. El aprendizaje está conectado con la interconexión de las células nerviosas, que a su vez influyen en los procesos de atención, percepción y decisión.
Muy simplificado, el procesamiento de la información en el cerebro tiene lugar en dos capas: procesos que están relacionados con la interconexión de las neuronas y los procesos que implican procesos de comportamiento.