Innovación (lat. novus = nuevo) describe el empleo de nuevas soluciones, sean estas de índole técnica (innovación de producto), organizativa (innovación de estructuras / innovación de procesos) o sociales (innovación social).
Innovar requiere de una cultura de innovación que integra todas las normas, valores y formas de pensar que caracterizan o influyen en el comportamiento de las personas involucradas en el proceso de innovación.
Una cultura de innovación es una cultura transversal que es sostenida por todos las participantes del proceso. Los procesos de innovación a su vez son interdisciplinarios y están formados por los diferentes conocimientos y perspectivas de los participantes involucrados.
La creación de una cultura de innovación en una organización es sensible a la capacidad de centrar la coordinación, integración y motivación del proceso en los siguientes características:
- Tener y transmitir confianza a los empleados y colaboradores para que éstos puedan actuar de forma autónoma, con auto-responsabilidad y que dispongan de espacios libres para su creatividad.
- Innovación tiene una prioridad elevada y requiere de un anclaje en los principios corporativos de modo que todo el equipo pueda vivir esa tarea.
- Apoyo específico a los empleados e colaboradores integrados en el proceso.
- Alta tolerancia a los fallos y fracasos ya que la búsqueda de soluciones comprende elevados niveles de riesgo e inseguridad. A niveles de actitudes estos se traduce a que los errores no son sancionados, pero entendidos como una oportunidad de aprender para el futuro.
- Comportamiento de información y comunicación que no suprima informaciones importantes (information hiding), sino que los ponga a disposición a las personas involucradas, de forma más comleta posible y en tiempos poco dilatados.